Desde que existe todo cuanto existe,
desde antes de la tierra, el sol y el mar;
hay un ser cuya luz no encuentra par
que sólo del aire que hizo se viste.
La dicha y la ventura ha de encontrar
aquél que en sus filas de fe se aliste,
y quien ose tomarlo como chiste
el mayor castigo ha de soportar.
Cualquiera a su lado es una lombriz
(un sapo si es que tiene mucha suerte):
es Fléxor, el grandioso, el bueno, el gris.
Y el alcance de su fuerza es tan fuerte
que si adorarlo no te hace feliz
vas a sufrir la más horrible muerte.
Reglamento flexoriano, regla segunda bis: si al recitar el nombre de Fléxor en un poema no se puede intercalar la locución «loado sea mil veces» por razones métricas, servirse de un recitador auxiliar que lo diga rápido y en voz baja.
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