Historial de la Campaña

sábado, 10 de octubre de 2009

Fléxor, la regresación

Así como todo termina, todo destermina también, y así sucede con este pequeño espacio de divulgación de la Verdad.
Ya sé, ya sé, ya sé... Fueron más de treinta días. Demándennos si quieren. No estuvimos perdiendo el tiempo, y para demostrarlo, un pequeño resumen de nuestro retiro espiritual permanente.

El mismo 3 de septiembre, el camarada Vladimir Horseshoe (Cronista Oficial del Imperio Flexoriano y Presidente del Departamento de Viñeta y Retrato Veloz) se embarcó hacia los confines del mundo en busca de aventuras. La última vez que lo vi fui a la Boca a despedirme de él. Ya subiendo él al barco lo detuve:
-Y, discúlpeme el atrevimiento, señor Horseshoe -creo haber dicho ya que a él le gusta que lo llamen por el apellido-. ¿Qué es exactamente lo que va a buscar?
-El terror de los mares -me respondió-: el Gran Demonio Blanco.
-Pero esa es una empresa peligrosa, señor Horseshoe.
-No -me cortó en seco-, nada de Horseshoe: llámeme Ismael.
Y no hice a tiempo de llamarlo Ismael que ya estaba en cubierta zarpando hacia un punto cualquiera en el Atlántico.

Yo, por mi parte, aproveché el tiempo libre y me puse a leer El nombre de la rosa de Eco.

Todavía no sé quién de los dos fue el más temerario. Pero sin duda el más exitoso fue Vlad, que regresó al país hace unos pocos días con la Diabla Pálida atada a popa, y no yo, que voy apenas por la página 356.
Y más laureles se añaden a la corona del compañero con la venta de la Bestia a una cadena multinacional de cirqueros, cuya ganancia millonaria le facilitó la compra de su nueva y reluciente mansión de cinco pisos, que tuvo la alegría de inaugurar ceremonialmente este fin de semana con toda la pompa que la ocación merecía.

Bueno, eso es todo lo que tenía para... Ah, claro, Fléxor.
Ya viene, ya viene. Paciencia.

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